viernes, 11 de mayo de 2012

Respuesta al vídeo "Caracas, ciudad de despedidas".

Hace una semana aproximadamente, unos compañeros me mostraron un vídeo que había sido realizado por jóvenes caraqueños acerca de su ciudad. Como me encuentro fuera de Caracas, ciudad en la que nací, y suponiendo que encontraría material importante en dicho vídeo, me dispuse a verlo con mucho entusiasmo. Saber que jóvenes rinden homenaje a su ciudad, sobre todo cuando deciden ir a estudiar al exterior, lo llena a uno siempre de cierto orgullo. Así es que puse a cargar el vídeo, mientras hacía otras cosas. Cuando me dispuse a verlo, me di cuenta que a los primeros 30 segundos no había logrado captar mi atención en lo absoluto. Sin embargo, supuse que a medida que transcurriera (dura aproximadamente 17 minutos), el argumento iba a desarrollarse de forma más coherente y propicia para la situación que se vive actualmente en Venezuela. 

Me fui de mi país hace unos años, con la intención no sólo de estudiar un postgrado (y repleta de ánimos de aventura), sino también por conocer otra cultura. Paralelamente, en la ciudad se estaban (y se están) viviendo momentos de violencia y delincuencia inimaginables, que producen terror en los jóvenes y en sus padres. No es mentira para nadie que los últimos años Caracas se ha venido convirtiendo en un lugar bastante inseguro, en el que te puede pasar una desgracia en el momento más inesperado. Lamentablemente, a cada uno de nosotros nos ha tocado vivir (en carne propia o de algún allegado cercano) algún evento o episodio injusto y violento, independientemente de la clase social que representemos. No se puede tener nada de valor a la vista, cualquiera se cree con el derecho de robar o hacer algo peor (incluidos secuestros, violaciones o asesinatos, que quedan generalmente impunes), se vive en un estado de alerta y con los nervios a flor de piel, sobre todo en las noches (aunque los días ya no se están quedando atrás), por lo que la gente prefiere encerrarse en casa lo más pronto posible, apenas el anochecer toque a la ciudad. Sin embargo, Caracas tiene hermosas cosas que ofrecer, sobre todo a aquellos que nacieron ahí. Supongo que lo mismo debe ocurrir con cualquier ciudad. Se desarrolla un amor diferente por el lugar que te vio nacer que por la ciudad que te alberga después. Por mi parte, extraño horrores mi ciudad. La pienso en las mañanas, la pienso en las tardes, la pienso en las noches. Cierro los ojos y veo el esplendor de la montaña, El Ávila, imagino las autopistas en días feriados (¡una maravilla!) y días laborales (¡un caos!), recuerdo olores (frutales, vegetales, frituras, basura), colores (los verdes, los azules, todos distintos a los que veo ahora, inexplicablemente) y sabores (miles), todo en un segundo. Extraño la ciudad, a pesar de lo desordenada y convulsionada que pueda ser. La respeto y reconozco lo malo en ella, le temo muchas veces, otras la admiro. Porque así suele ocurrir: Todo tiene un lado bueno, todo tiene un lado malo. Las decisiones de cada uno, basadas (o no) en episodios de violencia son, sin duda, incuestionables, lo que aquí me propongo es dar mi opinión del vídeo "Caracas, ciudad de despedidas", el cual posteo a continuación, que desató polémicas, debido a cómo está presentado. 


Después de verlo una sola vez (no pude verlo de nuevo. De hecho, lo vi por partes, después del minuto 6 ya no podía seguir viéndolo, por lo que tuve que retomarlo otro día...), me deja una sensación de desaliento terrible. En un momento incluso me cercioré de no estar viendo una burla del vídeo original, porque no podía creer lo que a mis ojos se transmitía. Hay varias cosas que me pregunto, una y otra vez, entre ellas: ¿qué educación recibieron estos chamos?, ¿quiénes son sus padres?, ¿sabrán que sus hijos hicieron el ridículo de esta manera?, ¿qué opinarán de este vídeo sus maestros / profesores? Más allá de la clase social que representen, que supongo es una clase privilegiada, por los lugares de la filmación o por la manera en que algunos se expresan, catalogándolos con acento "sifrinito", no creo haber conocido jóvenes así cuando me encontraba en mi país. Y, la verdad, espero no conocerlos nunca. Es decir, siempre tenemos la oportunidad de codearnos con personas de distintos niveles socio - económicos, conocer gente muy diferente a uno sobre todo si se estudió en una universidad pública, pero más allá de eso, me quedé sumamente sorprendida y hasta entristecida al ver a un grupo de jóvenes con argumentos vacíos del por qué quieren irse del país. Creo que habría bastado con decir, simplemente y de forma directa, que se quieren ir porque encuentran mejores oportunidades en otros lugares (ese argumento es totalmente comprensible desde cualquier lugar del que se mire). Por lo general, no sólo son venezolanos los que se van de su país a estudiar (no sólo ahora, siempre ocurrió, quizá ahora es más visible, gracias a los avances tecnológicos), sino también mexicanos, chilenos, colombianos, peruanos, bolivianos, puertorriqueños, etc. a otros países... inclusive, no sólo son latinoamericanos los que buscan nuevos rumbos, también de otras nacionalidades (europeos por montón, asiáticos, norteamericanos...) y lo hacen no únicamente por motivos económicos, sociales, políticos, sino por búsquedas personales, culturales, educacionales, espirituales y hasta amorosas. Si, aunado a cualquiera de esas búsquedas, ocurren hechos de violencia con mucha frecuencia en el lugar de donde eres o en el lugar en el que estás, ¿qué opción más válida la de querer irse a formar un futuro menos incierto en otro sitio? Por mi parte, siempre tuve (y los tengo aún) enormes deseos de volver. Volver para seguir construyendo el país hermoso que estoy segura que tenemos, pero al que le falta mucho cariño y empeño para sacar adelante, sobre todo en estos tiempos turbulentos de no gobernabilidad. Pero quiero volver más preparada, para tener algo mejor que ofrecer. Y así pensamos algunos, no todos. Los respeto por igual, porque sé que muchos se fueron huyendo porque habían tenido que vivir algún episodio fatal en la ciudad que los vio nacer y que, lo más lógico, es que no quieran recordarlo nunca más. Pero más allá de eso, si se quiere denunciar una situación, ¿por qué no hacerlo con claridad, con compromiso por lo que se dice, por lo que se siente? Me quedo muy avergonzada de estos jóvenes, muy desconcertada. Por ejemplo, a la que dice que viene a Argentina (o que vive acá, ya no lo recuerdo bien) espero no cruzármela nunca, las razones sobran. Los jóvenes que se prestaron para hacer este vídeo parecen drogados todo el tiempo, somnolientos, con falta de energía y de entusiasmo para todo. No se saben expresar y cuando lo hacen no modulan, o no quieren modular. Hay una que sufre desórdenes de bipolaridad o de personalidad, prefiere una Caracas sin gente, se ríe y llora, todo al mismo tiempo, aplaude cuando el avión aterriza y eso ahora la hace más venezolana (antes le daba asco esa actitud ridícula de los desordenados venezolanos), sufre graves problemas de identidad y eso ya no tiene nada que ver con una ciudad violenta, ni una ciudad de despedidas, eso tiene que ver con otros factores que no me largaré a redactar, porque no vienen al caso, pero el problema fundamental está en su familia, no en la ciudad. El otro habla de la necesidad de una mejor educación, eso sin duda, pensé yo, sobre todo para los realizadores de este vídeo. Ni lo cursi les quedó bien. No hay respeto por lo que expresan, lo hacen con desgano y desinterés y "se irían demasiado" (ahora la frase de moda en la jerga popular y en las redes sociales), porque no tienen más nada que ofrecer al espectador. Que se vaya demasiado, y muy pronto por favor, personas así no necesita el país. 

Más allá de ideologías políticas (estos jóvenes estarían representando al antichavismo, porque evidentemente cualquier chavista querría vivir en el país que gobierna su líder), pienso que estaría excelente cuidarse de realizar ciertos documentales que en lugar de aportar, siguen destruyendo todavía más al país y la imagen del venezolano.

Afortunadamente, se hizo una respuesta al vídeo, mucho más concisa, bastante burlesca e irónica (justo lo que, a mi parecer, se merecía la payasada anterior, de casi 20 minutos de duración) titulada: "Caracas, ciudad de ¿Despedidas?... ¡No! Ciudad de Lucha y Corazón!". Creo que no tengo mucho que agregar al respecto. Acoto que con la presentación de las marcas extranjeras se dirigen a las clases sociales más altas, y reitero que no es problema de clases, es un problema que nos atañe a todos por igual. Estoy de acuerdo con lo planteado, habría desarrollado mejor ciertas ideas, pero creo que quedó bien clara la respuesta. Y lo más importante de todo, este vídeo también está desarrollado por jóvenes, venezolanos, que en ningún momento irrespetan a los espectadores, a diferencia de los borrachines anteriores, por catalogarlos de alguna manera...

     

El cambio está en nosotros.